agosto 16, 2006

HÁMAGO


Llueve tan bien y pone miedo;
un enorme niño
ayuna a piedra amarga.

La distancia es testigo
de semejante daño.

Una parte de esa tristeza
a manera negra
despide un ligero horror.

Seca ya
la parte extrema de los dedos
la tarde se empeora...

Una niña consagra sus ojos
a la noche, apenas un trago
en la imperfecta espera.

Llueve tan bien
que es cosa seria,
no tengo palabras en la fuerza.

El agua inaugural
estaña un peligroso brillo
de madera.

Nadie olvida ya
y en los párpados
cicatriza el tiempo.


Daniel A. Battilana
(Vulnerario)