julio 23, 2010

La esperanza de perfección inmoviliza.

 

Fundemos lo breve

hecho del reparto humano

de la prolijidad más posible.

 

El órgano plano

mis ojos que se llevaron tantos cuerpos

bordes que me sostienen.

 

Vistamos la piel

que nos retira de la mirada incompleta

que sólo nos ausenta

hasta que partamos.

 

La moneda herida de no poder quedar

fijado en los rituales que regeneran,

leer en los días el miramiento

que la solitaria escama protege del riesgo

de someter el tiempo a los deseos.

 

La masa heroica

que no pudo engañar el corazón.

 

 

Daniel Battilana (Inédito)

BAREMO, epigrama estirado.

Hay personas en la sangre, cálamos, naufragios privados;
decesos privados;  vírgenes de lirismo, balsas ancladas en el aire,
entierros en el aire, balas fusiladas. Monstruos secos.

Hay peces hundidos.

Damas espantadas en los orinales ferroviarios;
Hay mudanzas sexuales, matanzas oníricas,
realismo apaciguado.


Hay damas para todos los poetas y el ajedrez del hombre para que sufran.

Algunos aligerados que me detestan antes de leerme, prefiero el después,
Los que ponen la tradición delante de su obra y para lo tuyo no hay cima.

El pobre Goliat que buscando a su familia tropieza con la honda de un asesino.
Hércules un genocida encubierto  ¿Quién mata antes de tirar?.
El Polifemo adolescente estrenando cueva, el ojo que nadie quiere ser.

El ojo al que nadie quiere asomarse.

La ingratitud a la que los invito, instigandolos a la resignificación afrancesada
No los invito a matear para no prestar libros.

Lo bueno, relleno de alegorías como mis deseos…

Están los como yo, que hacemos de lo público un serio
y reñimos con nuestra mente privada, está lo serio que nos hace confiables
entre los astutos municipales.

Estas vos hecha de todo, cometiendo lo peor: ostentando tu misericordia.
Mi oficio exageradamente humano de hacerme el malo cuando escribo.
Mi madre que esconde el secreto de mi astucia con sus bosques de risa.
Mi padre con quien murió la mirada antigua de lo poco.
Esta la sandía de estío para mis hijos.

La bandera piadosa de la piel cerca.

La cucaña del tiempo. El tiempo, que lo persuade todo.

Afiebrados anclados a la palabra raza, palabra que no existe.
Istmos étnicos, alicorados y bebedores enmascarados con el vino civilizador.
El razonsimio de los que usan discriminar por segregar; el INADI
que no sabe dónde esconder el oscuro universo… Todos los que me niegan
la tregua del olvido.
Aquellos de más acá, beneficiados por no dejar discriminar.

Hay lechos impregnados de jamás.

Un Chaco una Cordillera
Hay una Pampa ajena sujetada con alambre importado
Un minero apretado hurgando la meta, cavando su fosa.
Para un salar de voces, máscaras trastornadas de consciencia.
Una espalda brusca, un remache asalariado.
El tal vez del poema social, poema abusado de corrección.
Está lo social aniquilado de importantes.
Están los dormilones que contagian a sus lectores.

Hay un tipo que se grita, se cree el otro.

Tengo un escudo de ceniza, reposa al costado de eso que no cesa.
¿Seré una planta breve al costado de la lluvia?
¿Seré del que me riegue?

Qué rompo cuando busco una idea, ¿Me rompo?

Ay, de los que pretenden cruzar el río de un poema…
No puede nadar quien niega el agua prestada.

Hay un amigo cuyo rostro no me habla.
Intenta matar mi rostro de poema.

Sobran creyentes y adoradores de palabras; buscan indefinidamente la sombra buena.
Se sabrá de víctimas de lo fácil.

Hay egos autopropulsados hervidos en el cuenco de un ombligo.

Un juguete se rompe riéndose; cada cual rompe el suyo si lo tiene.
¿Me prestás tu juguete? ¿Te incluye mi poema?
Hay un tullido de carne, son frutas que nos padecen;
Un fabulador se apena del otro, veamos: se baja de su pena, se monta al otro.

Apenas un palo de agua hay, en la nuca del impostor.

Daniel Battilana