febrero 22, 2012

Substancias


Substancias busco substancias
que signifiquen abismo
o por sí solas cambio

Esperanza es un bendito temor
que cubre de ignorancia

Substancia
para eternarme todo este tiempo

Rezo, que es arribar a uno mismo
restándome de piélago marchito.

¿Hay alguna materia
que no haya rezado
este enfermo de materia?


El gusto de la mariposa
más tendida que mi
rezo enfermo de silencio


Recién llegada a mi inmensidad
triste que esperarme era
sometido a mí en un sulfuro de amenaza.

Es un bendito temor de perros que se lanzan.


Daniel Battilana

Ladrillos


Miro los ladrillos
que el viejo puso
a reposar tranquilos
Unos sobre otros
ordenan el tiempo
de esta casa
Puesta donde está
la casa nos observa
ida de retornos
me teme tibia
cuando apresura
su silencio de aplomo
Unos sobre otros
mis cimientos
fuerzan maquinadas
En las paredes
esta impresión de apoyo
y de resuelto despojo
En las paredes la luz
que nos devuelve el día
No es la noche
la que motiva el sueño

es un rival de pobreza
de juicio quitado
cáscara de rebeldía
¿Dónde estamos?
Me quedé en lo que mitiga, en ser.
Preso de varas
otra vez
en los detalles involuntarios
soy feliz.

Daniel Battilana

Como los pobres


Como los pobres, siempre aquí
otra vez bebo la vida hasta el sueño impar.
Aprendo a no hacer brillo de mis sombras
a revisar el universo antes de caer.
Agosto huele a manzana;
cuento con mis dedos los nacimientos
con mis manos las muertes.
Cada partida
empaña más la luna del espejo.
Cierro la ventana,
el sol come el color de la ropa
y atrae las moscas.
La casa guarda el calor
y se llevan la noche.

Daniel Battilana

Baldías


La tarde apura sus arenas baldías
por el irrepetible patio.
Ensaya el frío
todo el peso del viento en mi cara.
La silenciosa violencia de los grillos
arde afuera; una parte del mundo
se ocupa de esquivar
el poderoso arte de las avispas.
Todos los demás son renegados
entre un primero y un último.
Unas hojas apuran la tarde,
que practicó puntería
sobre nuestras piernas y corrimos
rayando todo el cielo de la esquina.

Daniel Battilana

Jornadas


I
Con la voz
rompo el relieve de mi estatura,
la provoco y no maduraría ningún
otro fruto que no fuera contundente.

Hay un espacio inútil en la palabra:
es un ser querido
a quien contesto con cosas rotas.

Perdido ya el primer filo,
presencio los fuegos en que arden
los sapos que derramaron el tintero.

Jornadas de un río en un Río;
la luz, último rostro del infinito,
hace tornasoles al desprecio.

II
Hoy recoger el cielo no es sencillo,
entonces no persigas la caída,
duda de mi intención y serás
proclama de árboles: callada
como la última armonía.

Tus ojos abiertos a la ronda,
ronda de peces puntuales
me nombran
cuando pudo más mi sombra en la pared.


III
(Qué es expresarse
sino el tamaño de manos
yendo y viniendo
entre cuerpos!


IV
Con el tiempo de perfil,
vivir sería un hábito nuevo,
la verdad... anónima
lupa y espejo perderían su valor.

Un vendaval de luz
arrastra
silencio de antorchas.
Apenas una escaramuza secreta
de cristales limpios.


Daniel Battilana (Fulcro, 1997, edit Cucaña)

En la hoja


En la hoja y de espalda
me doy este rigor.
Con toda la  indecisión
que el tiempo carga
dejo caer los ojos
¿o no estamos aquí para lo mismo?
Me doy este rigor,
que ciertamente
no aconseja la muerte,
sin la íntima ausencia,
con la coherencia de la esfera,
cuando golpea lo diverso
en una sola forma de vivir.
Me doy este rigor
el de estar ahí
y ser sin evocar una respuesta.
Si hasta se puede la verdad
procurando un error
a modo de generosa negación.

Daniel Battilana

Poema


Hay una vacante de palabra,
un desmantelar el orden entre las manos.
Algunas noches alguien respira a mi lado,
se agita y me recuerda las horas.
El resto es una escalera ritual
y aprensiva, un camino
conduciéndome a parques, a recintos.
Al que imprime el tiempo
le tocará la parte más cruenta
deberá ceñir los comienzos
y perfeccionar el olvido.


Daniel Battilana

febrero 03, 2012

Poema


No me trae el frío.
Por el borde, cerca del cabo
en que está sujeto tu silencio,
acampa, a modo de ceniza,
el ala sideral de la noche.

Yo no hice este otoño
en que aprendo a mirar
o a leer según me dejas
la tinta bruma de tu piel cerca.

Yo no hice estos pies que se alejan,
que se estiran en noches de polvareda.
La casa (tal vez tus ojos)
se anticipa a la verdad.

No hay llanto de brotar.
Todo es premura en mi memoria quieta.
La lluvia en tus hombros
es la rosa inexpugnable de los días

Daniel Battilana (Fulcro, edt, Cucaña 1997)