febrero 08, 2013

Mosca telépata

Qué mañana tan casera
la luz fría del invierno
tuerce su ala sobre mis objetos.

Apetece una medianera
una lata, un serrucho cansado.
Los inanimados están aquí
parecen crecer acompañados.

Hoy se fue un vecino,
            le vino el vino
de tomarlo siempre.

La parra le mintió
su munición de uva,
el humano es así: usa a las plantas
y ellas se lo llevan
para las verduras.

Y ellas nos recolectan
todo en la misma caja.

Las moscas
perduran en la higuera
higos huevos hijos, se afilan las patas:
la mosca te esquiva, la mosca es telépata.

La cara no te ve, los ojos no te piensan.

Nos miramos en el mate
hay opacos, hay lana, hay esqueletos cautivos.

Las moscas no pueden salir de su veloz ceguera.

Con menos ojos caminamos despacio.

No mengua en mis espaldas
la misma poesía que infla los zapallos
abotona ceremonias
plumbe pérdidas
despilfarra talco.

Nubla el deseo

En otro cansancio soy tacto
soy tacto de otro cansancio.

Pasando el mediodía
con las palabras que nadie siente, es nubla.

En la voz tu cuerpo me dispensa alegría,
me fanatiza de presente ese objeto todavía veloz.

Con menos ojos mi alegría.


Daniel Battilana. (inédito)

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