Rezando en los pisos
la huella de los vivos
dados a la succión
entrecortada de respirar
la mosca de enrejados ojos
ajetrea su audacia
conmigo contra el tamarindo
las guapas húmedas salen del agua
a servir de enfundadoras de huesos
subir al cono de la aldea
asediado por la descomposición de los
frutos
el lacerar hinco de las cortaderas
profumo de esa flor de inútil dulzura
soporta que aprendió su dolor
hay bolsitas de plata hundidas
esmerila su llanto el perecer nocturno
sacerdotes entelados de fulgor
luz ciénaga vuelo amatorial
polinizador de hembras corporales
tiembla la prisa
la mosca se asila
en eso que llamamos duelo
es un arte encarnar
beber el agua lisa de los inviernos.
Daniel Battilana
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