El mucho
Vuelvo, un poco vuelvo,
no sea que volver me quede queriendo
y cuando retorne al mucho extrañe lo que desee.
Lo bueno de volver es que me conforma el conformo
La mañana incandescente no es la misma entre los cipreses,
por eso vuelvo, por un membrillo que arde en su fruta.
Es que las flores parecen frutas estalladas de un cachetazo solar.
Las plantas a las que vuelvo usan lo pequeño para endulzar;
me peligra traerles lo mucho amargo
Lo pequeño de volver amarga la estancia en donde fuimos
dulces,
lo amargo nos queda bien porque el abrigo se agranda
cuando nos erectamos para acabarle al mundo.
Si la obediencia no es una virtud ¿qué es eso de obedecer a
lo amargo?
o lo otro de desobedecer
a lo dulce.
Le traje un lápiz a este vuelvo al que le garabato el poco
que me preserva de lo amargo.
La palabra es el umbral que me adhiere, es mi nave del
sentido;
El lápiz como una antena de madera y piedra capta la emisión remota de lo que hubo,
y hubo está allí tan
apretado que cuando llego los que hubo me hacen un lugar en esa fruta.
Daniel Battilana