Tenemos la memoria del agonizante,
la pasión del que no trajo nada,
la esperanza puesta en un ágape
de palmas mesas y decretos,
un don que pasará de rostro a rostro
la inmensa mirada de lo poco.
Hacemos de memoria para recordar que olvidamos
y nos prohíben olvidar para crisparnos la tristeza
Tenemos la memoria para olvidar
y los rincones para recordarnos.
Nos repasamos las esquinas
donde la "atareada
labor del pasado"
se recluye a mirar lo que dejamos.
Numerarios nocturnos, igualados
al fuerte sino de las recámaras terrestres
apoyamos el cuerpo desenfocado
de la ausencia más tenaz que es recordar.
Nos conmovemos simulando,
emanamos el tiempo de los relojes
que nadie se atreve a despertar.
Dormir así mareado en lo ajeno,
chupando de la primavera
las incontables ralladuras que le hacemos al aire
degenerados para poder un poco menos doler.
O ese otro camuflado en la
perfección
se sacrifica en catedrales.
Yo sé, no
creo, sé
que ya me
alejo de la suerte
ya me alejo de
la suerte que los apaña a todos
y los hace creer
que pueden.
Porque el que
cree es uno
que se amasa sus
propias tonterías
para perdurar
en la suerte.
Yo sé que me
alejo de la suerte.
Daniel
Battilana
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